viernes, 30 de octubre de 2009

El bueno de Terry Gilliam

Terry Gilliam es un autor, un tipo con un mundo própio para bien y para mal. Un creador cuyas obras resultan tan fascinantes como excesivas. Dignas de un espectáculo circense o de barraca de feria donde se navega entre la fascinación y lo ridículo sin saber decidirse por una u otra tendencia o ambas a la vez. Mis favoritas de Gilliam son LOS HEROES DEL TIEMPO, BRAZIL y 12 MONOS, pero lo más admirable de Gilliam es ser fiel a si mismo y a un estílo própio como demostró en el calvario que supuso en el intento por parte de los jefazos de la UNIVERSAL de manipular el montaje final de BRAZIL, y que retrasó un año su estreno. Pero Gilliam siguió dirigiendo tras un proceso que hubiera acabado con cualquier otro, pero no con él. Tras volver de forma voluntaria al malditismo con TIDELAND, ha realizado el más personal y a la vez el más comercial de sus últimos filmes con EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS. La muerte de Heath Ledger en el que fue su último filme, da una lectura a la obra que supera su misma trama y va más allá de la ficción. Tony Lyar (Tony el mentiroso) en su constante huida de el diablo adquiere tres apariencias distintas que toman la forma de Johnny Deep, Jude Law y Colin Farrell cada vez que pasa al otro lado del espejo mágico de Parnassus. Solución de Gilliam ante la posibilidad de suspender el rodaje o seguir con la función, situación que ya vivió en el pasado con su frustrado proyecto de EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE y del que podría ser su próxima película. Gilliam será acusado de oportunista o de explotar como un feriante la inoportuna muerte de su protagonista, pero la solución elegida le da un atractivo adicional al conjunto ya sea de cara a su explotación comercial o su irregular desarrollo. Fascinante para unos o excesivo para otros, Terry Gilliam no deja indiferente. Eliga la opción que usted más le guste.

50 millones de rupias

AGORA de Alejandro Amenábar, presupuesto: 50 millones de euros, el más alto de la história del cine español. Y dejando de lado que no está nada mal y que es de lo más recomendable, se empieza a cumplir con Amenábar lo mismo que con Almodóvar: Ponerlo a parir. Ya sea porque en su última peli los cristianos fundamentalistas se parecen demasiado a los talibanes o porque se ha gastado demasiado dinero. Un dinero que brilla en pantalla en un deslumbrante diseño de producción y vestuario recreando la Alejandría del siglo cuatro en la isla de Malta. Y hay que pensar en su exhibición internacional por que pensar solo en una explotación nacional sería un suicidio económico. Hay dos clases de películas: las que han costado mucho y van dirigidas a todo tipo de público, caso de Amenábar y su tragedia de la astrónoma Hipatia. Y las que han costado poco (o lo justo) y funcionan con el boca-oreja; caso de la excelente EL SECRETO DE SUS OJOS del argentino Juan José Campanella. Aunque hay que recordar un tercer grupo: el de películas nunca estrenadas. Se dice con la habitual demagogia que un producto que no se exhibe es porque no lo merece. Yo digo que un producto que se exhibe lo hace porque ha conseguido interesar a los exhibidores que solo suelen ver las posibilidades comerciales del producto. Y si no interesa se le condena a la no exhibición, a la muerte artistica. Por que una obra que no encuentra su público, no existe. Y
mostrarla en Internet tampoco es mucha consolación por que hay tanto y tanta demanda que es posible que nadie lea estas líneas, siendo realistas. Es peor hacer y no poder mostrar tu obra que no hacer nada. En ese sentído Amenábar tiene más suerte que nadie, posíblemente sea el director (junto a Quentin Tarantino) con más suerte de la história. Poder debutar con 23 años y mantenerse es una suerte que muy pocos tienen. Casi nadie a decir verdad. La mayoria debuten pronto o tarde se quedan en el camino tengan más o menos talento. Y eso que Amenábar me cae bien, tiene talento narrativo y eso vale. En Hollywood se le consideraría un artesano aplicado como Frank Darabount o Rob Reiner, aquí con un cine de nulas perspectivas comerciales se le trata de autor y se exagera un poco como con todo cineasta que firma con eficacia y correción
sus obras. Jaume Balagueró también tiene talento de narrador de (buena) serie B y es admirable la postura de Enrique Urbizu queriendo ser solo un aplicado artesano sin pretensiones. Y mejor no pensar en los otros, aquellos que merecen estar y nadie conoce por que nadie les dió la posibilidad de demostrar su talento real. Pocos los elegidos. Lastima.