lunes, 25 de mayo de 2009

Clint es grande

Clint Eastwood es quizá el último gran clásico. Al igual que el GRAN TORINO que da nombre a su última película y como los buenos vinos, Eastwood parece mejorar con los años. Si Woody Allen en la patética Vicky Cristina Barcelona dió un paso en falso, Eastwood no se ha permitido ese desliz con la emotiva e impactante GRAN TORINO. Toda una lección de narrativa y buen hacer. Y es que Eastwood cumple 79 años conservando su buen ojo más allá de el hombre sin nombre y Harry el súcio.
A el se le debe títulos ya míticos desde los sesenta, los setenta, los ochenta, los noventa y la actualidad. Ser un conservador más librepensador que muchos "progres" que van circulando por ahí e impolíticamente incorrecto. Porque le han llovido las acusaciones de fascista, racista, misógino, proviolento, partidario de las armas y un largo etc... Es quizá en la cinefília el sucesor de John Wayne y Charlton Heston aunque los supera a ambos por no haberse encasillado incluso de sí mismo. Ahí está la que un servidor considera su obra maestra: SIN PERDON, reflexión en torno a la violencia y sus nefastas consecuencias
que no resulta ser la obra de un tipo al que se ha etiquetado demasiadas veces de "justiciero". Es cierto que Eastwood ha filmado muchas pelis de cara a la taquilla y muchos "placeres culpables", pero ha sido siempre coherente consigo mismo y con sus millones de fans. Y es que Eastwood está inmenso ya sea interpretando un pistolero lacónico, un poli violento y resentido o un jubilado gruñón que acaba encontrando más calor humano en sus vecinos coreanos que en su própia familia.
Capaz de destacar solo en labores de dirección en BIRDY o resultar conmovedor y romántico en LOS PUENTES DE MADISON, Clint es capaz de firmar un título y a veces dos por año a una edad en la que la mayoría de nosotros estaríamos jubilados.
Sigue así Clint y por muchos años.

Jorge Zarco Rodríguez

La ternura del monstruo

No es de extrañar que la película de terror sueca DÉJAME ENTRAR condenada casi en un principio al circuito minoritario de arte y ensayo haya entusiasmado a Guillermo del Toro. Coincide con su opera prima CRONOS en ese insólito concepto de mostrar al vampiro como un ser trágico, más digno de lastima de que temor, aunque eso no disminuya su potencial peligrosidad. Lo realmente admirable de la cuarta película del sueco Tomas Alfredson es el estílo, casi de realismo sucio, que su film desprende a través de una admirable puesta en escena. Ni un susto gratuito, ningún giro innecesario de la trama, ningún exceso visual sin justificar, ninguna ida de olla ni recurrir a guiños cinéfilos descarados ni tópicos al uso. DÉJAME ENTRAR me recuerda a uno de los grandes clásicos de los 80: HENRY: RETRATO DE UN ASESINO de John McNaughton. Allí se mostraba a un asesino en serie, retratado con una naturalidad más documentalista que dramática. Con una vocación de realismo que situaba a la obra muy por encima de la media del género de terror al evitar sus más evidentes señas de identidad y reglas narrativas a favor de un retrato más própio de un melodrama social filmado con realismo, sin recurrir a trucos de toda la vida al que el reiterado abuso ha convertido en tópicos de usar y tirar. DÉJAME ENTRAR se centra en la personalidad del maltratado Oskar (Kare Hedebrant), el "rarito" de la clase condenado a sufrir los abusos de compañeros sádicos y la apatía de su madre divorciada en un bloque de clase media baja a las afueras de Estocolmo. Una nueva vecina acompañada de un solitario anciano llega al bloque y Oskar se enamora de ella. Pero a pesar de tener en apariencia doce años como Oskar, Eli (Lina Leandersson) bien podría ser demasiado vieja y tener siglos a sus espaldas. Sus ojos verdes de gato y la palidez de su piel inmune al frío no son nada corrientes. Pero el vampirismo del personaje no parece ser lo más importante sino más bien el conmovedor patetismo que desprenden todos sus personajes. El viejo guardián de la niña vampiro tan obstinado en conseguir sangre como inutil en su tarea. El amigo borracho y parado de una victima ocasional, convertido por las cirtustancias en un Val Helsing de pacotilla. Los padres de Oskar, ajenos al drama diario de su hijo. Los matones escolares que pasan de verdugos a víctimas ante el imparable cambio de personalidad de Oskar. La fulana infectada por Eli, atacada por gatos (que detectan la anomalía vampírica) y condenada desde un principio. Y sobre todo la própia Eli, que desea el cariño y la ternura que Oskar le ofrece a la vez que es incapaz de ocultarle su condición. Escrita por el autor de la novela oríginal John Ajvide Lindqvist, al parecer suavizó hasta la sugerencia los apuntes pedófilos del oríginal. Lo que no evita momentos de puro terror al respetar el folklore vampírico clásico como la ingravidez, la luz del sol o que el vampiro no pueda entrar en el aposento de una potencial víctima a no ser que esta le de permiso para ello. Pero más allá de sus apuntes de cara al género
(Alfredson está haciendo una película de terror aunque con formas de melodrama) y buscar antes la inquietud que el temblor.
De ahí su admirable uso del gore en una cinematografía como la sueca no muy dada a excesos. Se nota que su director no es (en apariencia) fan del terror por el naturalismo con que retrata incluso los ataques de la niña y sus poderes sobrenaturales;
de una sobriedad y calculado impacto del que ya podrían aprender tanto practicante del exceso gratuito que anda por ahí y lo acerca a los maestros del terror. La escena de los gatos puede recordar a los giallos de Dario Argento, pero la sombra de Ingmar Bergman planea sobre la narrativa lenta, atenta a los detalles (no apta para espectadores del montón) que en contadas ocasiones recurre a lo explícito (la inevitable aparición de la sangre, los ojos de gato de la niña). Se dice que estámos ante un futuro clásico y es posible que así sea. También que la sombra del remake yankee planea sobre ella. Como es inevitable en los tiempos que corren con toda obra insólita. Ya veremos.

jueves, 14 de mayo de 2009

Yo fui un trekie adolescente

Por fín se estrenó uno de los pilares de la ciencia ficción de este año: STAR TREK 2009 o como reactualizar con sangre nueva la vieja franquícia dandole un aire "teen" que se venía anunciando desde el primer proyecto en los 70. Y es que con diez largometrajes y cinco teleseries a sus espaldas, STAR TREK creó el llamado fenómeno TREKYE que rima con el odioso y despectivo FREAKY que en este país es sinónimo de minoría agilipollada a la que se ve como una abominación viviente y se la trata con el mayor de los desprecios: la indiferencia. Los trekies hacen convenciones y fueron pioneros en disfrazarse de sus personajes antes que los otakus del manga, convirtieron a los actores oríginales en fenómeno de culto (autentico culto, ese que perdura al paso de los años) y temieron más que nadie la muerte de la franquicia. Y es que STAR TREK estába en punto muerto arriesgandose a ser carne de parodia facil, como todas las sagas. A diferencia de STAR WARS cuyo culto es universal, STAR TREK era acusado de cierto sectarismo en la degustación de su universo: o entras o no entras. Por eso se decidió que el nuevo episodio de la saga fuese obra de un tipo ajeno a la filosofía TREKYE que amoldase la saga oríginal a una mirada fresca.
J.J.Abrams guionista y productor televisivo (Perdidos) siempre fue fan de Star Wars, de la primera saga, y se nota con creces.
Ya que ha dirigido el nuevo capítulo como una reelectúra del universo de George Lucas, no de la clásica serie de Gene Dodenberry. La versión adolescente de el capitán James T. Kirk remite a Han Solo por sus aires chulescos aunque a Chris Pine le den palizas todo el tiempo (incluido Spock) como si Abrams gozase hasta el orgasmo vapuleando al personaje. Zachary Quinto posee un impresionante parentesco con Spock/ Leonard Nimoy y se nota, aparte de hacer más cercano su personaje al público por su conflictíva personalidad, en las antípodas de la calculada frialdad del oríginal. Karl Urban mejora sobre el papel al oficial médico McCoy robandole plano a sus protagonistas a golpe de humor fino. Todo lo contrario es la sal gruesa en plan buen rollito del británico Simon Pegg como el ingeniero Scotty y Zoe Saldana (Uhura) tiene una importancia de la que carecía en la saga oríginal. John Cho (Sulu) aparece lo justo y Winona Ryder apenas tiene protagonismo como la madre de Spock limitandose su papel a un cameo. Aunque Eric Bana como el villano Nero pedía a gritos más carne en el asador, tratandose de una descaradísima alusión a Darth Vader. Sus motivaciones apenas son explicadas y su nave remite demasiado a La estrella de la muerte de Star Wars. Y la trama? : 126 minutos de frenesí contínuo en esa tendencia de los Blockbuster actuales a contar todo lo más rápido posible por miedo a dormir al público adolescente al que va dirigida... ¿Pero acaso esa cuestión del aburrimiento no depende de las manías y fobias de cada uno? Tengo un colega que por instinto se duerme en las películas aunque estas le interesen, no puede evitarlo y otro que se aburre absolutamente con todo por manía. La paciencia y la tolerancia hacia otros ritmos cinematográficos se está viendo muy maltratada. El guión de Roberto Orci y Alex Kurtzman (saga Transformers) acumula actos sin descanso para contar el máximo en menos tiempo posible, claro que J.J. Abrams es mejor director que Michael Bay y su tendencia a romper con la imagen establecida de la saga en realidad sirve para homenajear a otra más popular. Buen diseño de producción de Scott Chambliss. Y pienso que su eslogan debió ser "Yo fui un trekie adolescente" porque la película funciona y te hace pasar un buen rato. Más no se le puede pedir.

miércoles, 6 de mayo de 2009

El mostacho del colega de Luke

Recuerdo haber visto hace años en un CD-ROM una edición especial de escenas descartadas de STAR WARS donde se veia la famosa escena en que Luke estando con unos amigos que se gastan un magreo (única concesión al erotismo de Lucas) es testígo desde la superfície del planeta del asalto a la nave mercante de la princesa Leia por parte del destructor imperial. En ese momento es visitado por un amigo que le propone unirse a los rebeldes contra el imperio. El comic de Howard Chaykin conserva esa escena que Lucas siempre ha retirado de todas las versiones posteriores y sí montó el reencuentro de Luke con su amigo antes de la batalla final en la edición especial de finales de los noventa. Pero hay un detalle que todo el mundo echa en cara a Lucas más allá de ediciones especiales. El mostacho setentero que se gasta el colega de Luke. De moda en 1976, año de su rodaje. Como si esos mostachos tuvieran que ser borrados digitalmente, como las torres gemelas. Las pelis del recientemente fallecido Michael Chrichton eran todavía más setenteras y ahí estan los mostachos de Richard Benjamin y Tom Selleck en ALMAS DE METAL (75) y RUNAWAY (85). El maquillador y showman Tom Savini lleva su mostacho como sello de su personalidad, sin dejarse influenciar por modas y épocas, si bien es cierto que Martin Scorsese se afeitó hace unos años el suyo en un radical cambio de look, sumado a sus canas. Un mostacho es como unos pantalones de campana, pero es que eran los setenta y esas pintas se llevaban. De hecho me producen un efecto amor/odio que marca una época de forma más que evidente. Y da mucha información sobre esa época en cuestión. Así que no me vengan con lo del mostacho del colega de Luke porque eso era lo que se llevaba en aquellos tiempos. ¿Alguien se dió cuenta que en la teleserie Buck Rogers se ponían a bailar con patines en cualquier momento?. Por no hablar de los pelos afro de los actores y actrices afroamericanos llevaban como si de capuchones de micrófono se tratase. Modas y épocas, testigos de los tiempos que corrían. ¿Quien dice que dentro de 20 años no pondran a parir las pintas que llevamos ahora?. Acaso los vestuarios acid house de comienzo de los noventa no empiezan a chirriar a estas alturas. Es el encanto de los tiempos que corren.

martes, 5 de mayo de 2009

Sopor

Me aburro señores, igual que todo el mundo. Y hay días que no se que pensar o escribir. Uno busca la inspiración en cualquier cosa y no hay nada peor que dar una clase y no tener ninguna lección que dar al alumnado. Primero repasemos que hemos hecho hoy: Ir al medico, dar un paseo, volver a casa, echar la siesta, más paseo por la tarde y... no se me ocurre nada.

sábado, 2 de mayo de 2009

Placeres culpables

Existe un termino anglosajón: Guilty pleasure, que se traduciría como Placer culpable. Un placer culpable define una diversión simple pero efectiva cuya función es la de pasar un buen rato y nada más. Un placer culpable sería berrear en un campo de futbol, irse de putas, emborracharse/drogarse, comer hasta reventar, bailar una música horrible en la discoteca o ver una peli muy mala y encima disfrutar con ella. Todo el mundo suele poner a parir CAMPO DE BATALLA: LA TIERRA, pero a un servidor le hizo pasar un buen rato. Un conocido mío es colecionista de spaguetti-western y de títulos tan marcianos como VOY, LO MATO Y VUELTO y Ozzy, un rockero y buen amigo, es fanático de la C-F italiana más zetosa como HUIDA DEL BRONX, 2019 TRAS LA CAIDA DE NUEVA YORK, DESTROYER: BRAZO DE ACERO o ROBOWAR. Yo he visto más de 20 veces la opera prima de Peter Jackson BAD TASTE/MALGUSTO (87) que tardó cuatro años en completar y considero obras maestras POSESIÓN INFERNAL y TERRORÍFICAMENTE MUERTOS. V DE VENDETTA y WATCHMEN me parecen buenas películas independientemente de su esforzada fidelidad a los comics y guiones de Alan Moore. Prefiero las oríginales CARRERA DE LA MUERTE AÑO 2000 y ROLLERBALL de los setenta a sus remakes. Soy un fan de HARDWARE:PROGRAMADO PARA MATAR de Richard Stanley, que la crítica no trató muy bien y considero la siempre vapuleada DUNE de David Lynch una obra maestra hipnótica y fascinante. Reivindico la calidad como secuela de 2010: ODISEA DOS y gozo hasta el orgasmo con la triología de las Vixens de Russ Meyer. Si me dicen cual es mi teleserie favorita siempre digo que PADRE DE FAMILIA y afirmo que Michael Moore y Peter Griffith son el mismo ser. He disfrutado con los engendros de la TROMA y la saga zombie de George A. Romero. El terror de culto de los setenta: LA LLUVIA DEL DIABLO y los ochenta: LUCIFER. Las comedias más descerebradas estílo TOP SECRET o pequeñas joyas del fantastico europeo como EL PLANETA SALVAJE. He sido cinefago y he visto de todo. De ahí que el cine en general me resulte convencional y previsible. Aunque de vez en cuado necesite cine "normal" como LA OLA, LA DUDA o EL LECTOR. Y es que uno no vive solo de rarezas.

viernes, 1 de mayo de 2009

Una mañana gris

Jorge Zarco Rodríguez

Uno se alegra de resultar util segun que tareas: limpiar la casa, pasar el polvo, llevar a los niños al colegio o contestar a los
recados. Después se pasa a hacer la comida tras el desayuno y antes de la cena y por último se pone a cargar las baterías de madrugada satisfecho de haber cumplido con las tareas de la casa. Antes de volver a empezar de nuevo sobre las cinco de la madrugada y así los siete días de la semana. De ahí se pasa al sopor del medio día con todos echando la siesta y por último se plancha la ropa y se limpian los cristales. Uno no está satisfecho con que por ejemplo los niños vean por Internet contenidos violentos o pornográficos y el colmo es cuando la emprenden a golpes con uno porque sí, para descargar adrenalina supongo. Uno tampoco se mete con los gritos que se meten los padres y sigue con sus tareas como si nada. Y lo peor viene cuando uno no recibe ni las gracias ni un gesto de aprovación ni mucho menos ternura y se siente muy frustrado por cargar las baterías a tiempo y por servir con correción todo el tiempo y así días y días. Hasta que un día uno leyó aquel libro por simple curiosidad. "EL ASESINATO COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES" de Thomas de Quincey. Y algo se revuelve en el interior de uno y empieza a tener fantasías que no debería: Sueña que envenena la comida y luega trocea a los miembros de la familia de uno y prepara una comida con ellos y da a los vecinos una lección de arte culinario a base de carne humana. Y nadie sospecha nada porque la primera ley de Asimov dice que no se hace daño a un ser humano y si uno es de naturaleza cibernética nadie sospecha de tí. Y un día te das cuenta que estás solo en la casa y ya no tienes a nadie a quien servir. De ahí pasas a dejar de limpiar y fregar y dejar que los elementos se apoderen de todo y los insectos campen a sus anchas. Pruebas la bebida y luego te dejas llevar por la desidia y el aburrimiento. No haces gran cosa todo el día, de hecho no haces nada todo el día y amenazas con que el óxido altere tus circuitos. Y por último viene la policía y tras preguntarte cuatro paridas se van pensando que es solo un robot en una mañana gris y que un robot no hace daño a un ser humano.