miércoles, 18 de agosto de 2010

 
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Ladrones de sueños

INCEPTION del británico Christopher Nolan es con diferencia la película sorpresa del verano y una de las películas del año que confirma a Nolan como uno de los creadores más insólitos dentro de la actual industria de Hollywood. En unos tiempos donde la originalidad no brilla allí donde se la necesitaría; las grandes superproducciones, un título como Inception (Intercepción o captura) viene a ser una saludable excepción. Llamada aquí ORIGEN (que títulos se gastan los distribuidores), sorprende primero por su arriesgado diseño de producción a cargo de Guy Hendrix Dias (saga X-MEN, AGORA) de influencia surrealista que recuerda a grandes pintores como René Magrite y juega constantemente con la perspectiva a un nivel casi matemático. En la magnífica Memento (2000), Nolan jugaba a contar desde el final su trama y acabarla al principio de forma que el espectador tenía que reconstruir por su cuenta lo que había pasado y si era real o fruto de un sujeto que como los peces, apenas posee una memoria de minutos. Tras el súper éxito de Batman Begins (2005) y El caballero oscuro (2008), record histórico de recaudación para una de las mejores películas de súper héroes de la historia, y considerada por los cinéfilos como una de las grandes obras fílmicas de la década. Le permitió realizar un proyecto que llevaba mascando desde diez años antes. Bebiendo de títulos como Te amo, Te amo (68) de Alain Resnais, Pesadilla en Ellm Street (84), Desafío total (90), Como ser John Malkovich (99), La Celda (2000), Olvídate de mí (2004),etc… Donde sueño y realidad se confunden hasta mezclarse a un nivel ambiguo, que lleva a preguntarnos constantemente si soñamos sin saberlo o la realidad misma es sueño. Leonardo Di Cario como Dominic Cobb, es un ladrón de sueños al mayor postor corporativo, provisto de una tecnología (el único gadget futurista del filme) que permite a varios sujetos a la vez “entrar” en uno o varios nieles de sueño a un mismo tiempo, que teme la posíbilidad tanto de perder la vida por un trabajo frustrado como de quedar encerrado en un limbo sin noción del tiempo, con alteraciones temporales que en el momento cumbre se llevaran al límite a Cobb y sus compañeros de sueño. Creando todo un alarde de montaje, donde un climax conduce a otro más complejo y sorprendente. Nolan riza el rizo más allá de lo esperable en una superproducción de entre 160 y 200 millones de dólares, lanzada por la publicidad como un nuevo Matrix. Pero allí donde los Wachowsky brothers se iban de la olla con filosofadas vitales (sobretodo en las fallidas segunda y tercera parte) aquí Nolan filosofa con coherencia sobre sacar información o meterla en el subconsciente, suplantar la identidad o vivir años de sueño en unas pocas horas. Partiendo de elementos contemporáneos y actuales, su arquitectura visual se vuelve futurista mediante puesta en escena y atmósfera. Y una canción de Edith Piaff se vuelve un elemento que provoca inquietud. Con un esquema de suspense que evoca tanto a Fritz Lang como a Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick (el estádo de ingravidez que se apodera de uno de los niveles) o la literatura paranoica de Philip K. Dick. INCEPTION es lo más original que un servidor ha visto en mucho tiempo y con un reparto de primera: Di Caprio, un Joseph Gordon Levitt que le hace peligrosamente sombra por momentos, excelentes Ken Watanabe, Michael Caine, y un reivindicado Tom Berenger. Atractivas Marion Cotillard y Ellen Page, e inquietantes Cillian Murphy y Lucas Hass. Soplo de aire fresco en tiempos de alarmante sequía creativa INCEPTION nos pregunta si realmente distinguimos entre sueño y realidad o si no habremos soñado desde un principio. Pero que importa, ambas teorías son igualmente válidas.
 
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Simpatia por Stallone

¿Saben?, a comienzos de mi adolescencia, empecé a devorar crítica de cine “progre” allá por los ochenta. Y para la crítica sesuda de entonces, Stallone era el diablo. Él y sus películas representaban lo peor del Hollywood anticomunista de la era Reagan en los últimos coletazos de la ya agonizante guerra fría. Rocky, la saga Rambo y Cobra eran títulos que todos aquellos que leíamos la crítica seria debíamos odiar por Dogma, y que sin embargo consumíamos al igual que todo lo de Schwarzenegger. Sin embargo el paso de los años me llevó a mirar a Silvester Stallone con una entrañable simpatía como un tipo que podía, es más, debía haber aceptado papeles más jugosos de los que interpretaba por costumbre. Le tentaron con personajes que acabó encarnando Richard Gere, le tentó Tarantino entre otros con Dead Proof e Inglorious Bastards y el mismo admitió que le ofrecieron personajes que no aceptó por temor a perder a su público de siempre o tal vez por temor a cambiar de roles. El poli medio sordo de Copland fue una excepción y tal vez debía haber recibido un personaje tan jugoso como el que sacó del ostracismo a Burt Reynolds con Boggie Nights. Por que Stallone no será un actor de primera, pero es un tipo que posee un carisma y una dignidad que le han granjeado un público fiel que recibirá con las manos abiertas la posibilidad de un personaje que lo redima ante la crítica seria. He defendido anteriormente la dignidad y arrojo (en su brutal y sin concesiones tratamiento de la violencia) que poseía Rambo 4. Para un servidor la mejor de todas las secuelas de Acorralado. Y este Los Mercenarios, cuyo título original The Expendables (algo así como Los desechables) me recuerda a ese John Carpenter que reivindica a las estrellas de antaño, relegadas la mayoría a la serie B y Z en el siempre triste terreno del subproducto. Stallone ficha (y de paso reivindica) al inglés Jasón Stathan, el más joven de todos ellos y el más activo actualmente. El rescatado (gracias a El luchador) Mickey Rourke, que al igual que Stallone se debe a sus fans que no olvidaron sus años de gloria allá por los 80, como el resto. Jet Li, Dolph Lundgren, el hermano de Julia, Eric Roberts, los luchadores de Pressing Catch: Randy Couture, Steve Austin y Terry Crews… Y se quedaron en el tintero la fallecida Brittany Murphy , Forest Whitaker, Jean Claude Van Damme, Steve Seagal y con gusto se hubieran unido a la fiesta Michael Dudikoff, la sexy Cinthia Rodtock, y el incombustible Chuck Norris. El argumento es lo de menos, derrocar a un tirano de una república bananera y armar la gorda con un reguero de cadáveres que hagan orgasmar al público entre tiroteos y luchas con guiños gore. Stallone, Bruce Willis y Schwarzenegger compartiendo plano…¿sabían que son socios en la vida real de la cadena de restaurantes Planet Hollywood?. En estos tiempos de reivindicación ochentera (un tanto oportunista en algunos casos), Los Mercenarios es un guiño a ese cine que producía la Cannon, de músculos, violencia desatada, diálogos impagables y esteroides. Pelis palomiteras de sesión doble o triple de barrio o videoclub de cinta VHS. Aquellas que disfrutábamos a modo de placer culpable y ahora Stallone reivindica en un guiño nostálgico a un pasado no tan lejano para sus fans de toda la vida como una forma de decir a las nuevas generaciones.: -¡Eh, no estamos muertos!. Eso sí Sly, a tus 64 años tomate las cosas con más calma, pero no dejes de deleitarnos.

martes, 17 de agosto de 2010

 
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Mondo remake 2

Hay un dicho que afirma que la moda de hoy es basura de mañana y culto de pasado mañana, de ahí que vivamos en una época de reciclaje. De revisionismo nostálgico más que dudoso. Hoy tira el remake y la secuela. Los treintañeros como un servidor se ven a sí mismos como carrozas con un pie en la tumba y las generaciones más jóvenes parecen haber perdido el sentido de la tolerancia y la paciencia frente a todo aquello que no sea carnaza de centro comercial. Crudo lo tiene el cine que se sale de lo normal, que no se doblega a las normas y reglas de papa Hollywood. Aunque cuando Hollywood acierta hay que reconocer que hasta las piedras aplauden. Total, ellos son los amos y de momento lo seguirán siendo. Sorprende el revisionismo de pacotilla que se gastan algunos con el cine y las teleseries de los 80. Tachando de basura sus recuerdos del pasado como si las actuales generaciones nacieran con el derecho a la perfección. ¿Acaso las películas y series actuales no serán puestas a parir dentro de veinte o treinta años, acaso los presuntos clásicos actuales no tienen una fecha de caducidad más cercana de lo que creemos? Aunque más insoportable me parece la ignorancia de las actuales generaciones, cuyo conocimiento de cine clásico de limita a la primera trilogía de STAR WARS (maravillosa por otra parte) y algún título de terror ochentéro…Los clásicos de verdad están ahí para ser revisados, ya sean cine mudo o arte y ensayo europeo. Hace años no soportaba al portugués Manoel de Oliveira. Hoy a pesar de que su nulo sentido del ritmo me sigue espantando, encuentro admirable que un tipo que ha cumplido los cien años, siga dirigiendo casi a un ritmo de título por año. Algo que ya quisieran el 99% de los cineastas actuales, jubilados a la fuerza la mayoría a los veinte o treinta años de carrera. El rockero y cineasta Rob Zombie se quejaba de no poder sacar adelante proyectos originales y saturado de proposiciones de remakes y secuelas. Hace ya tiempo que la tendencia al remake huele a podrido. Un colega decía que no le extrañaba que los guionistas USA fueran a la huelga, es como si vivieran en un paro forzoso ante la falta de creatividad de los tiempos que corren. Por otra parte es evidente esa manía americana a destruir algo para volver de cero para restaurarlo, a recuperarlo. Considerar solo el tiempo futuro a recordar el pasado no con oportunismo sino para recuperarlo en su esencia. Pero no nos dejemos engañar por la teoría, las modas actuales no se van a acabar de aquí a cuatro días, aunque dentro de un par de décadas otro cretino vuelva a ponerlas a parir como antaño pasa con los revisionistas de pacotilla.

lunes, 2 de agosto de 2010

Mondo remake

Hace unos días leí un artículo de Jesús Palacios donde se planteaba la utilidad real de los remakes en estos tiempos de alarmante pobreza creativa. Si estos eran realmente necesarios o un puro (sub)producto fruto del oportunismo comercial de unos productores que echan mano de la nostalgia para salvar sus cuentas corrientes. De una mentalidad de usar y tirar basada en el saqueo de lo que funcionó en su día y tiene (algunas) posibilidades de volver a funcionar. Pero los tiempos no son los mismos que hace 20 o 30 años. Hemos creado un monstruo, Internet, que se lo come todo y echa mano de los éxitos apenas han salido a la luz, poniéndolos al alcance de la mano en una política de todo gratis que amenaza en convertir a las salas de cine en una reliquia del pasado. Además, la gente no aprecia lo que no le cuesta y pocas películas despiertan hoy entusiasmo. Una lista de los miembros de la academia del cine español resume 100 títulos formados por clásicos modernos la mayoría: ¡BLADE RUNNER está en sexto lugar!. Pero la presente década no despierta entusiasmos salvo excepciones (EL CABALLERO OSCURO de Christopher Nolan) y la gran mayoría de títulos pasan de inmediato de moda y son pasto del olvido en solo días. El 90% de los remakes se apoya en la nostalgia de los viejos (y nuevos) aficionados y de los fans de toda la vida. Es ya seguro el remake / ¿secuela? de Total Recall. Dudo mucho que se trate de una fiel adaptación del relato de Philip K. Dick ; más bien será una vacilada llena de escenas de acción que (seguro) carecerán de la fuerza que en su día supo imprimirles Paul Verhoeven. El otro día fui a ver la adaptación al cine de la añeja teleserie EL EQUIPO A. Me sorprende el tono de excesivo entusiasmo por parte de una parte de la crítica, para un guión lleno de lagunas narrativas, personajes estereotipo (de una pieza), o que aparecen y desaparecen de un plano a otro como por arte de magia, movimientos de cámara llevados por un enfermo de parkinson y montaje de lo más caótico. No señores, no me gustó a pesar de que la esperaba con entusiasmo de viejo conocedor de la serie. Y eso que los cuatro protas daban la talla…El siempre excelente Liam Neeson como Hannibal (no podía faltar el purito en la boca), el ligeras de Fénix; un sobreactuadísimo Bradley Cooper. El malhumorado pero entrañable M.A (debutante Quinton Jackson) y el loco Murdock por el sudafricano Sharito Copley (Distrito 9). Pero la película me dejó echando pestes, más cercana a ese par de basuras de LOS ANGELES DE CHARLIE que a MISIÓN IMPOSIBLE que es el tono que debía haber tenido. Unos villanos asquerosos interpretados de forma nefasta y una Jessica Biel que está muy buena…y poco más. ¿Fiel a la serie original?. Hannibal ya no se disfraza, se mata se forma indiscriminada y hay hasta un desnucamiento de lo más explícito. Escenas como la del tanque pierden efectividad por culpa de un montaje caótico y la peor forma de rodar una pelea es con planos cerrados donde no se ve nada y no sabes quien golpea a quien. Y habrá quien dirá que es una obra maestra a pesar de que a un servidor le parece más bien poca cosa. De todo ha de haber en la viña del señor. Fracaso en la taquilla USA y me imagino que también en la del resto del mundo. Donde otro remake, el de KARATE KID acaparará la atención del respetable, a pesar de la bajadas masivas de Internet. No me he molestado en ver PESADILLA EN ELLM STREET con Jackie Earley Haley, ya vi en su día la original y ya caí en la trampa de ver esa bazofia de VIERNES 13 2009 con producción del codicioso Michael Bay. Y no veré la nueva versión que se han perpetrado de esa maravilla sueca que es DÉJAME ENTRAR. Miedo me da DESAFÍO TOTAL con guión de Kurt Winner y le doy un voto de confianza a TRON LEGACY que temo ver traicionado. Pocos buenos (STAR TREK 2009) y la gran mayoría inútiles remakes, los nuevos públicos no tienen memoria y la gran mayoría recurrirá a la web para llenar lagunas. El cine les saldrá gratis y no apreciaran ni lo bueno ni lo malo, ni nada de nada. Y si entraran en la sala será para decir cuatro gilipolleces y salirse sin apreciar lo que han visto. Y dentro de veinte años se volverá a remakear por tercera vez todo, pero para ese tiempo, a nadie seguro le importará lo que se ha hecho o deje de hacer. Es como la escena de la huida del manicomio de Murdock, con gafitas 3-D y un coche dirigiéndose a la pantalla antes de atravesarla. Hollywood ya no sabrá que hacer para llevar a la gente a los cines (si siguen existiendo los cines) y la tercera versión tampoco importará mucho. Y los clásicos se seguirán recordando, pero no lo que se hace ahora. Como no recordamos la gran mayoría de lo que se hizo en los 90. Es el signo de los nuevos tiempos: ver para olvidar. Así de simple.