miércoles, 18 de agosto de 2010

Simpatia por Stallone

¿Saben?, a comienzos de mi adolescencia, empecé a devorar crítica de cine “progre” allá por los ochenta. Y para la crítica sesuda de entonces, Stallone era el diablo. Él y sus películas representaban lo peor del Hollywood anticomunista de la era Reagan en los últimos coletazos de la ya agonizante guerra fría. Rocky, la saga Rambo y Cobra eran títulos que todos aquellos que leíamos la crítica seria debíamos odiar por Dogma, y que sin embargo consumíamos al igual que todo lo de Schwarzenegger. Sin embargo el paso de los años me llevó a mirar a Silvester Stallone con una entrañable simpatía como un tipo que podía, es más, debía haber aceptado papeles más jugosos de los que interpretaba por costumbre. Le tentaron con personajes que acabó encarnando Richard Gere, le tentó Tarantino entre otros con Dead Proof e Inglorious Bastards y el mismo admitió que le ofrecieron personajes que no aceptó por temor a perder a su público de siempre o tal vez por temor a cambiar de roles. El poli medio sordo de Copland fue una excepción y tal vez debía haber recibido un personaje tan jugoso como el que sacó del ostracismo a Burt Reynolds con Boggie Nights. Por que Stallone no será un actor de primera, pero es un tipo que posee un carisma y una dignidad que le han granjeado un público fiel que recibirá con las manos abiertas la posibilidad de un personaje que lo redima ante la crítica seria. He defendido anteriormente la dignidad y arrojo (en su brutal y sin concesiones tratamiento de la violencia) que poseía Rambo 4. Para un servidor la mejor de todas las secuelas de Acorralado. Y este Los Mercenarios, cuyo título original The Expendables (algo así como Los desechables) me recuerda a ese John Carpenter que reivindica a las estrellas de antaño, relegadas la mayoría a la serie B y Z en el siempre triste terreno del subproducto. Stallone ficha (y de paso reivindica) al inglés Jasón Stathan, el más joven de todos ellos y el más activo actualmente. El rescatado (gracias a El luchador) Mickey Rourke, que al igual que Stallone se debe a sus fans que no olvidaron sus años de gloria allá por los 80, como el resto. Jet Li, Dolph Lundgren, el hermano de Julia, Eric Roberts, los luchadores de Pressing Catch: Randy Couture, Steve Austin y Terry Crews… Y se quedaron en el tintero la fallecida Brittany Murphy , Forest Whitaker, Jean Claude Van Damme, Steve Seagal y con gusto se hubieran unido a la fiesta Michael Dudikoff, la sexy Cinthia Rodtock, y el incombustible Chuck Norris. El argumento es lo de menos, derrocar a un tirano de una república bananera y armar la gorda con un reguero de cadáveres que hagan orgasmar al público entre tiroteos y luchas con guiños gore. Stallone, Bruce Willis y Schwarzenegger compartiendo plano…¿sabían que son socios en la vida real de la cadena de restaurantes Planet Hollywood?. En estos tiempos de reivindicación ochentera (un tanto oportunista en algunos casos), Los Mercenarios es un guiño a ese cine que producía la Cannon, de músculos, violencia desatada, diálogos impagables y esteroides. Pelis palomiteras de sesión doble o triple de barrio o videoclub de cinta VHS. Aquellas que disfrutábamos a modo de placer culpable y ahora Stallone reivindica en un guiño nostálgico a un pasado no tan lejano para sus fans de toda la vida como una forma de decir a las nuevas generaciones.: -¡Eh, no estamos muertos!. Eso sí Sly, a tus 64 años tomate las cosas con más calma, pero no dejes de deleitarnos.

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